domingo, 23 de septiembre de 2007

EL VENENO DE TU AMOR

Un poema de desamor. Una de los momentos más tristes en la vida de cualquier persona es cuando un gran amor se rompe... Pero antes una de esas frases con sustancia.

FRASES CON SUSTANCIA:

"El amor es el dolor de vivir lejos del ser amado."

Anónimo




EL VENENO DE TU AMOR


QUE TE QUIERO CON EL ALMA
Y QUE DEJARTE NO PUEDO
QUE YO NO PUEDO OLVIDARTE
QUE ME NIEGO Y ME REBELO

VENENO HA SIDO TU AMOR
QUE SE ME METIÓ MUY DENTRO
DE TUS LABIOS LO BEBÍ
Y POR ÉL AHORA YO MUERO

QUE TE AMO CON LA MENTE
CON LA VIDA, CON EL CUERPO
EL TEMOR DE QUE ME DEJES
ME VA MINANDO EN SILENCIO

AMARGO VENENO ES
ME ESTÁ QUEMANDO POR DENTRO
Y SIN EMBARGO SIN ÉL
PRESA DEL HIELO ME SIENTO

QUE ME APARTES DE TU LADO
SERÁ EL MAYOR SUFRIMIENTO
NO ME RESIGNO A PERDERTE
NO LO ACEPTO, NO LO QUIERO

© Rosa Maria Castrillo Rodríguez

sábado, 22 de septiembre de 2007

EL HADA DENTINA

Este es un cuento infantil que escribí con mucho cariño pensando en dos niñas, hijas de una dentista que conocí hace un año. ¡¿Hay algo más bello que la sonrisa de un niño?!

Pero antes de editar este cuento infantil y como siempre quiero mostraros una frase con “sustancia”.

FRASES CON SUSTANCIA. La frase que he escogido hoy es la siguiente:

"Un amigo es uno que lo sabe todo de ti y a pesar de ello te quiere."
Elbert Hubbard (1856-1915) Ensayista estadounidense.

EL HADA DENTINA

Sonaba el despertador, las ocho de la mañana se presentaban así, sin más, y era hora de desperezarse y levantarse para ir al colegio. ¡Jo, si parecía que acababa de acostarse! La verdad es que Daniel había pasado la noche de forma bastante inquieta puesto que un extraño sueño logró mantenerle toda la noche con el corazón encogido…

Daniel estaba durmiendo placidamente cuando escuchó un ruido y despertó de golpe - con la mirada y desde su cama - echó un vistazo alrededor de toda la habitación. Estaba a oscuras, pero gracias a la farola de la calle se podía ver algo entre la penumbra. Nada, no había nada. De pronto y sin saber por qué dirigió sus ojos hacia el suelo y allí estaba él, un pequeño ratoncito regordote y mofletudo de color marrón claro y con unos ojos negros y brillantes que le miraba. Daniel se asustó, pero aún mayor que el sobresalto fue la sorpresa que se llevó al escuchar a aquel simpático animalito dirigirse a él diciéndole: “Hola chaval, vengo a por ti…”

-¿A por mí?, ¿por qué?, contestó el muchacho tan asombrado como preocupado ante semejante frase.
-Sí, hay alguien que tiene mucho interés en verte, y no te preocupes que nada malo te va a suceder. Agárrate fuerte a mí que nos vamos, dijo el ratoncito, pero antes me presentaré. Soy Mouse Pérez, emisario oficial de la reina Dentina que es el hada que se encarga de proteger y velar por los dientes de leche de los niños hasta su cambio por los que después será la dentadura definitiva o de adultos, mejor diría yo porque lo que es definitiva, definitiva… a pocos les dura tanto, je,je,je, comentó el ratoncillo entre ruidosas carcajadas.
-¿Y por qué a mí?, volvió a preguntar Daniel.
-Eso no puedo contestártelo yo, tendrá que ser la reina en persona la que responda a esa pregunta. ¡Menuda bronca me echaría si lo hiciese! Nada, nada, tendrás que tener paciencia y ahora dame tu mano que nos vamos…

Y antes de terminar la frase Daniel y Mouse Pérez desaparecieron de la habitación sin dejar huella.

-Ya hemos llegado, Daniel, ¿qué te ha parecido el viajecito?, ¿corto, verdad?, dijo Mouse Pérez con una sonrisa.

El niño enmudecido ante tantas cosas raras que le estaban pasando, se limitó a hacer un gesto de asentimiento. Miró a su alrededor y vio que todo allí era blanco, como si estuviese en la Antártida esa de la que tanto había oído hablar. A los lejos se divisaba un bello castillo de un blanco resplandeciente a causa de los rayos del sol.

-¿De qué material estará hecho todo esto?, se preguntó el niño. El caso es que nada aquí es frío, ni siquiera el suelo que piso y en ese instante el niño fue consciente de que caminaba con los pies descalzos. Sí, todo era en verdad muy extraño.

-Venga, espabila que la reina nos espera.
Daniel comenzó a caminar más rápidamente y enseguida se encontró allí, ante la puerta de ese maravilloso castillo. Las blancas puertas se abrieron para ser franqueadas por el muchacho y su ahora inseparable compañero de viaje.

El muchacho observaba todo sin pestañear. Una vez que entraron, se dirigieron atravesando el blanco patio hacia la sala del trono acompañados por dos pequeños ratoncillos blancos que eran la guardia personal de la reina. Y así, sin darse ni cuenta se encontró delante de la más hermosa criatura que jamás había podido contemplar: Su Majestad la Reina Dentina, la cual, al verle, le obsequió con la más bella sonrisa que nunca antes había visto y que de seguro jamás volvería a ver. Era en verdad un hada ya que sus alas plegadas podían verse perfectamente detrás de su cuerpo. Eran transparentes y brillantes. Sí, era una criatura irreal, fantástica, inimaginable y sin embargo estaba allí, ¿cómo podía ser eso posible? Todos estos pensamientos iban y venían a una velocidad frenética en la cabeza de Daniel hasta que escuchó a la melodiosa voz de Dentina decir:

-Bienvenido a mi reino, Daniel. Ante todo no te asustes. Te preguntarás por qué motivo te he hecho venir hasta aquí, ¿verdad?
-Sí, Majestad, contestó el muchacho, con un hilillo de voz que tembloroso salía de su cuerpo.
-Bien, enseguida lo sabrás pero antes, dedícame una gran sonrisa.

Daniel sonrió al principio de forma un tanto forzada, pero después al ver el brillo de alegría en los azules ojos de la reina, sonrió de oreja a oreja.

-Vaya, qué alegría me das. Sabía gracias a mis ayudantes – de los cuales el jefe es Mouse Pérez – que eres un niño que cuida muy bien de sus dientes y que los cepilla después de cada comida, especialmente antes de acostarse y que también utilizas un enjuague con sabor a fresa para desinfectarlos bien, por eso están sanos y blancos, como a nosotros nos gusta que estén y necesitamos.
-¿Necesitáis?, preguntó Daniel muy intrigado.
-Sí, Daniel, contestó la reina. ¿Acaso no te has dado cuenta de que aquí todo es blanco?
-Sí, Majestad y también que al no sentir frío no puede estar hecho de hielo.
-Bravo, buena deducción, exclamó Dentina. Veo que eres observador y muy inteligente. Hemos acertado en la elección, ¿no crees Mouse Pérez?, preguntó la reina mientras dirigía la mirada a su gran consejero ratonil.
-Por supuesto, Majestad, dijo el simpático ratón mientras la dedicaba un guiño.
-Te explicaré, Daniel, cuando a los niños se les cae un diente de leche uno de nuestro ratoncillos va a recogerlo siempre y cuando estén debajo de la almohada porque si no fuese así se volverían locos los pobrecillos para localizar algo tan pequeño y perderían muchísimo tiempo. Normalmente los dientes de leche son blancos y entonces nuestros emisarios a cambio de esos dientecillos y por haber sido bien cuidados dejamos unas monedas a modo de recompensa. Una vez aquí los utilizamos como materiales para construir todo lo que ves, desde el pavimento hasta las sillas. Sí, todo aquí esta hecho con el blanco marfil de los dientes de leche de los niños. Y por si aún no lo has adivinado estás en Dentland, el maravilloso y mágico país de los dientes.

Daniel no podía dar crédito a todo lo que oía. Él siempre había oído hablar del ratoncito Pérez, incluso había encontrado siempre monedas en el lugar en el que previamente la noche anterior había depositado cada uno de esos dientes y a cada vez; es decir, debajo de la almohada tal y como la reina Dentina acababa de decir pero él, al ir creciendo, pensó que eso era cosa de los padres y que en realidad nada de ello era cierto. Ahora, de repente se encontraba con todo esto. Era como para alucinar.

-¿Por qué yo, Majestad?, preguntó Daniel, esta vez a la persona adecuada.
-Muy sencillo Daniel, porque a pesar de tu edad aún conservas los colmillos de leche cosa no habitual a los 12 años y por ello, al ser mayor que el resto de los niños que aún los tienen, podrás ayudarnos a luchar contra Cariescón, el malvado ser que está haciendo que los niños abandonen los buenos hábitos de limpieza en su boca; además este ser despreciable ha inventado un spray con el cual – cuando los niños duermen – rocía la habitación y al respirar el compuesto nocivo del que esté hecho se introduce a través de sus naricillas y hace que las bacterias se multipliquen muchísimo y dañen los dientes a la velocidad del rayo. Daniel, hace meses que los ratoncillos no pueden poner monedas debajo de las almohadas porque los dientes de leche están todos picados. ¡Es horrible y tan doloroso para los niños!, además esas criaturitas están dejando de creer en la existencia del “Ratoncito Pérez”, que no es otro que Mouse Pérez, pionero de todo este invento que en su día hicimos él y yo para que los niños tuviesen una dentadura sana, por eso los humanos piensan que es sólo él quien va siempre a recoger cada uno de los dientes de cada uno de los niños del mundo.

-Majestad, ¿qué puedo hacer yo?, preguntó Daniel.
-Ayudarnos a atraparle, para eso necesitamos tu ayuda. Verás Daniel, ninguno de nosotros sabemos en qué lugar habita esa horrible criatura y él sólo sale de su escondrijo para ir a la casa de los niños cuyos dientes están próximos a caerse para hacer que se ennegrezcan y así que no puedan ser nuestros, ¿entiendes?
-Sí, más o menos, reina Dentina.
-No es muy complicado y además nosotros estaremos a tu lado para ayudarte, se apresuró en decir Mouse Pérez.

Hada Dentina y su fiel consejero explicaron al muchacho en lo que consistía su plan. Era sencillo e ingenioso a la par, con un poco de suerte y si el chaval no se ponía nervioso conseguirían atrapar al malvado y así los niños volverían a dejar llenos de ilusión sus blancos dientes debajo de la almohada esperando al célebre ratoncito Pérez.

-Daniel, pretendemos capturar al malvado mago Cariescón cuando vaya a picar ese colmillo que está a punto de caérsete, ¿por qué lo sé?, pues por la misma sencilla razón que él lo sabe: magia; pues bien, justo en el momento en que esté en la habitación y por supuesto antes de que utilice ese spray - cuya pócima ideó él - para así evitar que llegue a dañar tu dentición mis emisarios con Mouse Pérez al frente irán en cuanto tú hagas la señal y tranquilo ya sabes que en una millonésima de segundo van de un lado a otro. Nosotros estaremos muy pendientes. Ninguno podemos estar allí ya que Cariescón tiene un olfato tremendamente desarrollado y enseguida notaría la presencia de mis queridos ratoncillos. En cuanto a mí, imposible ir ya que si por un casual fuese capturada por ese rufián, sería el fin de Dentland y ni siquiera puedo imaginar lo que podría ocurrir con los dientes de leche de las pobres criaturitas desde que les empezasen a brotar. Comprendes, ¿verdad, Daniel?
-Sí, reina Dentina, perfectamente.
-Bien, tendrás que simular estar dormido y hacerlo tan magistralmente que Cariescón no pueda sospechar lo contrario o no aparecerá por allí. De ahí la vital importancia de que seas tú el elegido. Los niños pequeños no pueden aguantar el sueño y tampoco serían capaces de engañar al mago.
-Podéis contar conmigo, se apresuró a decir Daniel.
-Muchas gracias, no esperábamos menos de ti, Daniel, contestaron al mismo tiempo el hada Dentina y Mouse Pérez.

El muchacho se despidió de la reina y agarrando nuevamente la mano de aquel simpático ratón que ahora se había convertido en un gran amigo y compañero de aventuras, en un santiamén se encontró de nuevo en su cama.

Los siguientes días Daniel se mostró muy inquieto, tanto que su madre le preguntó en varias ocasiones si le ocurría algo o si estaba enfermo. El muchacho se pasaba el día tocando sus colmillos de leche para saber si estaban a punto de caer o no. Por fin al cuarto día de aquella extraña y emocionante visita a Dentland, el chiquillo creyó notar que el colmillo izquierdo de abajo se empezaba a mover tímidamente. Espero ansioso y un poco asustado a que se hiciese de noche para ver si llegaba o no el terrible mago a visitarle. Estaba intranquilo pues dudaba si sería o no capaz, ante la presencia de aquel personaje, de hacer la señal para que el ejército ratonil fuese en su ayuda.

La emoción no le dejaba dormir, afortunadamente pues no debía hacerlo, pero, ¿sería capaz de simularse dormido? Lo logró, porque ya avanzada la madrugada, la siniestra sombra del mago alertó al muchacho que, entreabriendo un poco más uno de sus ojos se percató de que efectivamente el desagradable visitante esperado había llegado. Sin perder un instante el chaval cerró profundamente el ojo – esa era la señal – y, Mouse Pérez y sus fieles compañeros, sin dar tiempo a que Cariescón pudiese sospechar algo anormal, se presentaron allí y, ante la sorpresa del mago que nunca hubiese imaginado la trampa tan bien preparada, capturaron con una reda mágica que les había entregado la reina hada Dentina al enemigo.

Ratones y niño comenzaron a dar brincos de alegría y a gritar: ¡Bravo, lo hemos conseguido! Mouse Pérez agarró fuertemente la mano del muchacho y antes de que éste pudiese reaccionar se encontraron ante la presencia de Su Majestad la Reina.
-Majestad, aquí traemos a Cariescón, dijo Mouse Pérez con una amplia y radiante sonrisa en su boca.
-Buen trabajo. Y a ti, Daniel, como héroe que eres, te nombro caballero del reino de Dentland.
-Muchas gracias, reina Dentina, dijo el valiente muchacho mientras hacia una reverencia.
-Y ahora Majestad, preguntó Maese Pérez, ¿qué haremos con Cariescón?
- La bellísima cara de Dentina se iluminó y, con una deslumbrante sonrisa dijo: “tranquilos, le convertiré en un tubo de pasta dentrífica interminable. Ese será su castigo y además así ayudará a evitar las caries y conservar dientes y encías sanos y… Dinero que nos ahorraremos en pasta de dientes…
-Todos los presentes rieron mostrando sus blancas e impecables dentaduras y dicho y hecho, Cariescón, aquel que había sido el peor enemigo de los dientes de leche se convirtió en el mayor de sus protectores.

Y ahora vosotros que decís, ¿fue un sueño o no?

© Rosa María Castrillo Rodríguez

EL VUELO DE LA PALOMA (Poema)

Hoy cuelgo aquí este poema que le dedico a un muchachito cubano que recién ha fallecido mientras cuidaba de sus palomas a causa de un accidente. Nunca le conocí pero viví esa noticia a través de gente que le quería y me tocó profundamente el alma.

Pero antes de publicar esta obra, quiero mostraros una frase con “sustancia”.

FRASES CON SUSTANCIA. La frase que he escogido hoy es la siguiente:

"Ama hasta que te duela. Si te duele es buena señal."

Madre Teresa de Calcuta

Y también una palabra con sustancia. La palabra de cuyo origen voy a dejar hoy constancia aquí es la siguiente:

PALABRA CON SUSTANCIA:


Profecía.

1. f. Don sobrenatural que consiste en conocer por inspiración divina las cosas distantes o futuras


De Rosa para ese ángel que se nos fue.

EL VUELO DE LA PALOMA

Cuidabas de tus palomas
Con ternura, con candor
Cuando aquel cuervo celoso
A por tu vida voló
Extendiendo negras alas
Tu juventud se llevó

Tu alma, blanca paloma
Muy lejos volando está
Hacia manos amorosas
Que cobijo la darán
Anidando entre los buenos
Pues tú fuiste la bondad

Nunca llegué a conocerte
Ni tu nombre yo sabré
Pero sé que ya por siempre
Tú formas parte de Él.

© Rosa María Castrillo Rodríguez