miércoles, 16 de enero de 2013

LA FAMILIA PIÑA

Este relato que publico tiene un claro contenido social y describe las circunstancias  y el día a día por las que muchas familias están atravesando en la actualidad por culpa de un "puñaó" de egoísta, los verdaderos causantes de la crisis económica mundial.

LA FAMILIA PIÑA



Cualquiera que lea esto puede pensar que me he equivocado al escribir el apellido familiar, pensó Matilde una vez terminó de redactar el título de su escrito. Más no era así, aunque bien pudiera ser que, por ejemplo, la familia Peña también fuese una “familia piña”…

Matilde recordaba la conversación que había mantenido el día anterior con su vecina, Juana, acerca de esa final de la UEFA entre el Atlético de Madrid y el Atlétic de Bilbao en Budapest. Juana y sus hijos eran grandes aficionados al fútbol - de esos a los que se denomina “forofos” – y el club de sus amores era el Bilbao. Y es que fue a esa ciudad a la que su esposo y ella se trasladaron, de jóvenes, desde su pueblecito avilense. Allí nacieron sus dos hijos y de allí tuvieron que emigrar nuevamente hacia Madrid, en esta ocasión, porque los propietarios de la fábrica en la que trabajaba su marido Julio decidieron trasladar a la capital la fabricación de sus productos. Fueron tiempos duros pues no es fácil “levantar el campamento” dejando amigos, hogar, barrio y ciudad para adaptarse otra vez, en otro sitio, a otros amigos, otro hogar, otro barrio, otra ciudad… Pero ahora era aún peor que aquella primera vez a causa de sus hijos. La ansiedad les quitaba el sueño pues no sabía como todo ello afectaría a ambos hermanos habida cuenta que ellos, por ende, tenían que dejar atrás su colegio. Afortunadamente su vida en Madrid no supuso ningún trauma para los muchachos habida cuenta de la simpatía y el buen trato del que hacían gala en su relación con vecinos y compañeros de clase. Crecieron, terminaron sus estudios, comenzaron a trabajar y se casaron, pero siempre manteniendo ese cariño por Bilbao a través de su club de fútbol. Todo iba bien hasta que estalló la crisis en la que aún estamos inmersos (y lo que nos rondará “morena”) los españoles y por cuya causa el menor de los hijos y su esposa habían quedado sin trabajo y el del mayor… pendía de un hilo, aunque por fortuna la mujer de éste era funcionaria. Juana había comentado a Matilde la ilusión que les hacía poder ir a ver esa final de Copa en Budapest pero como, al conocer el coste por persona, habían desistido de hacerlo. Tanto Juana como su hijo mayor aún podían permitírselo pero… ¡Cómo gastar ese dineral habida cuenta de la penosa situación en la que se hallaba el menor de sus vástagos! Y es que ellos eran una de esa “familias piña” que tanto abundan hoy en día por culpa de la mala gestión de los malos políticos y banqueros de este país en particular. Juana y Manuel, el afortunado hijo que aún tenía un puesto de trabajo, habían llegado a la conclusión de que - aparte de lo feo que sería el ir ellos dos a ver esa final de la UEFA dejando a un lado al trabajador en paro, por falta de dinero que no de ilusión por verla – utilizarían ese buen puñado de euros en ayudar a Javier. ¡Para eso está la familia!, para ayudarse los unos a los otros.

Matilde estaba reflexionando sobre el lado positivo que la crisis económica dejaba ver: la unión entre las familias, el aunar esfuerzos y luchar codo a codo contra la adversidad. En esas estaba cuando un pensamiento aleteó por su mente en busca de una respuesta que, de antemano, sabía que nunca podría ser contestada a ciencia cierta: esos acumuladores de riqueza a los que les importa un rábano el prójimo, ¿pertenecerían a una familia “piña”? Casi podría afirmar que no, puesto que si ya es difícil recibir amor aún cosechándolo, ¡cómo recibirlo sin haber plantado antes esa semilla? Y esas personas no cosechan amor porque no saben amar… ni siquiera a sí mismos, porque en caso contrario sabrían que la verdadera felicidad y bienestar está en el interior de la persona y no en lo que las cosas te pueden proporcionar, y que una de las mejores formas de conseguirlo es ayudando desinteresadamente a los demás y no amasando fortunas… a costa de empobrecer, incluso, a países enteros. Sí, Matilde casi podría asegurar que, en el hipotético caso de que perdiesen todo su dinero, ningún miembro de su familia les ayudaría. Ese tipo de personas no saben ni tendrán la suerte de saber lo que se siente al formar parte de una “familia piña”… por mucho que puedan ir volando en primera y a hoteles de cinco estrellas para ver el final de cualquier Campeonato de fútbol o de lo que se tercie…



TE QUIERO VERDE

Este poema es uno de los que he escrito que hablan del lugar donde vivo. ¡Va por tí, Villaverde!


TE QUIERO VERDE
Cuando recorro tus calles

a veces puedo encontrarte

allá donde nunca

llegar pude imaginarte.

Asomándote te veo

por grietas y vericuetos

surgiendo de entre las tejas,

brotando del pavimento.

Por la historia que leí

- aunque no te conocí -

sé que eran verdes tus tierras:

sotos, dehesas, praderas…

En ellas se cultivaban

trigo, cebada, viñas

y productos de la huerta.

Quisiera yo poder verte

engalanada de verde

vestir de naturaleza

- tu verdadera esencia -,

cubriendo solares yertos

que en su día fueron moradas

de labriegos o de obreros,

y naves abandonadas

de fábricas ya olvidadas,

cuarteles que antaño fueron

construidos en tu terreno,

fantasmas de otros tiempos

de los que Villaverde está lleno.

Y es que sin duda quieres

volver a verte de verde,

por ello con fuerza irrumpes

cuando tienes ocasión

y en una brizna de tierra,

con el agua y con el sol,

le plantas cara a la urbe

demostrando valentía

y con denodado empeño

nos muestras bien tu valía,

haciéndonos así ver

que si nosotros queremos,

en este que es nuestro barrio,

al asfalto puede el verde

si por ello, peleamos

y si no nos conformamos...