lunes, 11 de junio de 2007

EL BUEN PASTOR


Palabra con sustancia:

SACRIFICAR

"Hacer y ofrecer sacrificios a la divinidad."

Frases Célebres:

"El mundo no está en peligro por las malas personas sino por aquellas que permiten la maldad."

Albert Einstein (1879-1955) Científico estadounidense de origen alemán.

Este relato que publico a continuación es fruto del dolor que me ha originado el que tú, Eugenio Peña Alomá, supuestamente, "mi buen pastor" consintieses que la pérfida loba (la enfermera/falsa luz) se entrometiese en nuestra relación, yéndote con ella y dejándome tirada.

EL BUEN PASTOR

Al buen Dios no le salían las cuentas, una de sus más amadas ovejas se había perdido envuelta en una espesa niebla. La oveja caminaba hacia un precipicio y sufría mucho y tenía miedo porque no era capaz de encontrar el camino de regreso. El Señor sentía el amargo llanto del alma de su querida oveja y entonces envió al buen pastor a buscarla para que la condujese de nuevo al redil. El buen pastor la encontró y la llevó consigo recibiendo a lo largo de todo ese camino las más sinceras y cariñosas muestras de afecto que la oveja agradecida podía darle por haberla librado del abismo en el que se hallaba. Durante un tiempo la blanca ovejita pastó feliz por los bellos y verdes prados rodeada de los mimos del buen pastor hasta que, debido quizá a un descuido o una mala tentación, el buen pastor dejó entrar en el redil a una loba disfrazada de oveja. Poco a poco la loba disfrazada de cordera se fue apoderando de la mente y del alma del buen pastor hasta que un día – y ante la impasible mirada este – se decidió a atacar a la oveja del Señor. La sangrienta loba clavó una y otra vez sus afilados colmillos en la pobre oveja que imploraba con su mirada la ayuda de aquel a quien tanto quería: su buen pastor, mientas sufría dentellada tras dentellada el ataque de la loba; pero el pastor no hizo movimiento alguno por liberarla de la agonía y el sufrimiento al que estaba siendo sometida, consintiendo con su actitud la afrenta que la loba con piel de oveja estaba haciendo al Señor, su Dios, hasta que la blanca carne de la oveja fue desgarrándose quedando mortalmente herida.

El Señor había percibido el desgarro del alma de su amada oveja pero no podía ni debía hacer nada ya que era una prueba a la que había sometido al pastor para saber si podía o no confiar en él. Poco después Dios se dirigió al pastor y le pregunto.

-“Buen pastor”, no veo por aquí a mi amada oveja, ¿dónde está?

El pastor que se hallaba acariciando a la loba disfrazada de oveja se quedó pálido al escuchar la voz de su Dios, y no sabiendo que responder comenzó a llorar al darse cuenta del mal que había hecho.

Y entonces Dios le dijo:

-“De nada te servirá el llanto. Dejé a tu cuidado una blanca oveja muy querida por mí y tú has consentido que el mal la haya destruido. No mereces estar al cuidado de mi rebaño. No eres digno de mi confianza. Te expulso para siempre de mi prado”.

Pues lo dicho, que sea El Señor quien juzgue a las personas que así se comporten. Él verá lo que hace con todo aquel “buen pastor”, que demuestra no serlo y con toda aquella loba disfrazada de cordera. Dios es justo y justicia hará.

© Rosa María Castrillo Rodríguez