lunes, 17 de junio de 2013

LA OTRA CARA DE LA MONEDA


Olvidada, erradicada para siempre. Así pensaba Elena de aquella época de chabolismo que, años atrás, se vivió en su distrito. Aquella tarde, tristemente, observó como aquel penoso pasado que constituyó una dramática lacra social podía convertirse en un nuevo presente.

Caminaba por una de las calles de su barrio, como en tantas ocasiones pues era paso obligado para ir a su domicilio, cuando nuevamente reparó en aquella casa cuyas persianas bajadas desde hacia más de un año denotaban la falta de gente viviendo en su interior. Se trataba de una de esas viviendas antiguas cuyos dueños, casi con total seguridad, habían fallecido o estaban en una residencia geriátrica. ¡Hay tantas hoy en día en semejantes circunstancias! Mientras caminaba Elena pensó en que la segunda opción, sin duda, era la que más podía ajustarse a la realidad ya que, en caso contrario, los herederos la habrían puesto a la venta.

Elena pasó por delante y se dirigió hacia el cruce. Mientras esperaba que el semáforo cambiase de color no pudo por menos que exhalar un suspiro proveniente de lo más profundo de su ser. No comprendía lo contradictoria que era la sociedad que los humanos – en ninguna otra especie se daba algo similar - habían creado: unas viviendas se quedaban vacías, sin poder seguir siendo disfrutadas por sus propietarios al no poder estos pagar la hipoteca… Y otras estaban deshabitadas porque sus dueños ya no podían o querían “vivirlas”.

El muñequito se iluminó de verde dándola, de esa forma, permiso para cruzar la calle. Elena así lo hizo. Anduvo unos escasos cuatro metros cuando se encontró con algo nuevo y que causó en ella un tremendo impacto: una chabola.

Una casa vacía y una familia habitando en una chavola hecha por ellos mismos en un solar. Sin duda, las dos caras de una moneda…