lunes, 20 de noviembre de 2023

RELATO DE UNA COCINERA

Soy una espectadora asidua de los programas de cocina que echan por televisión. Mas mi motivación no es la usual. Veréis, cocino porque no me queda más remedio, ¡hay que comer y dar de comer a mi tropa! Lo hago pues por obligación que no por devoción. Al ver dichos programas no pretendo aprender a elaborar platos nuevos, por fáciles que sean de preparar. Y es que, en mi casa: sota, caballo y rey. A mi gente no les gustan las innovaciones por lo que casi todas las semanas cocino lo mismo. Eso sí, aunque de antemano saben lo que les voy a dar de comer lo que no saber es que día… ¡Sorpreesa! Lógicamente vario según la estación porque si se me ocurre meterles pa’l cuerpo un cocido en verano me lo tiran a la cabeza… ¿Por qué veo pues esos programas? Muy sencillo, porque me encanta escuchar lo siguiente: “ 150 gramos de harina, ½ kilo de pimientos, etc., etc. ¡Las medidas! Y es que en mi familia eso no se lleva. Cuando empecé a cocinar preguntaba a mi madre y tías y me decían lo siguiente: -Mamá, ¿cuánto pan rallado tengo que echar para preparar las albóndigas? -Pues lo que te vaya pidiendo la carne picada. ¡Manda güevos! -Tía, ¿cuántos minutos tengo que dejar hervir las gambas? -Pues lo que tardes en rezar un Padrenuestro. No te jode, pues eso dependerá de la velocidad con la que cada persona lo recé, pensé yo en ese momento… -¿Cuántos fideos tengo que echar en el caldo? -Pues los echas a ojo. O sea que depende de cómo tenga ese día la vista así tengo que echar de fideos… -¿Cuánto arroz tengo que añadirle a las lentejas? -Pues un puñado. ¡¿El puño de quién!? Y es que no todos tenemos la misma medida de puño… -¿Qué ingredientes tengo que comprar para hacer un gazpacho? -2 ajos, 2 pimientos (uno verde y uno rojo), 1 pepino, 1 kg. de tomates, sal, aceite, vinagre, y cominos. -Vale, pero, ¿cuánta sal, cuanto aceite, cuanto vinagre y cuánto comino? - Pues tú lo vas probando y según te sepa vas añadiendo más cantidad de una u otra cosa. Después de años de experiencia he ido capeando el temporal y, sin medir, preparando las comidas a mi aire. Y claro, a veces las lentejas y el arroz pueden hacer competición de natación en el caldo y otras se quedan más secas que el ojo la Inés. El gazpacho a veces le clavo y otras digo: “le falta algo”. Lo malo es que no sé qué...ni lo sabré. Lo bueno es que en mi casa, ni Cristo se atreve a rechistar. Las criaturas se lo comen esté como esté. Lamentablemente a ninguno de ellos les ha dado por querer obtener una estrella Michelín y saben que si se quejan les digo: “pues ahí tenéis la cocina. Toda vuestra….”